dimarts, 15 d’octubre del 2013

Walt Disney y Luciano de Samósata




Un día me escondí cerca de él en la oscuridad, y logré oír el ensalmo, compuesto de tres sílabas. Luego se fue a la plaza, tras dar tarea a la mano de mortero. Al día siguiente, mientras él andaba ocupado la plaza, fui a por la mano de mortero. Hice los mismos gestos, dije las mismas palabras y le ordené ir a por agua. Cuando trajo el cántaro lleno le dije: “Deja ya de traer agua: sé otra vez mano de mortero”. Más ya no quiso hacerme caso, y no dejaba de traer agua hasta que acabó inundando la casa de tanta que trajo.

Yo no sabía qué hacer y tenía miedo de que cuando Páncrates lo viera se enfadara, como ocurrió, así que cogí un hacha y corté la mano de mortero en dos. Pero hete aquí que cada parte cogió un cántaro y seguía trayendo agua, con lo que, en vez de uno, ahora tenía dos sirvientes. En estas llegó Páncrates y al ver lo que pasaba los hizo de nuevo de madera, como eran antes del hechizo y me dejó, marchándose no sé a donde, sin que lo viera.


FRAGMENTO: El Cuentista o El Descreído. Luciano de Samósata (125-181 dC).

Relatos fantásticos. Alianza Editorial. Clásicos de Grecia i Roma. (pág. 140)