dimarts, 23 de setembre del 2014

APULEYO: EL DEMONIO DE SÓCRATES Fragmentos escogidos

El famoso autor del Asno de Oro nos dejó una única muestra de discurso legal, la Apología o De magia pro se liber (Apología o Discurso sobre la magia en defensa propia). El destino llevó a Apuleto a Oea (actual Trípoli), donde se casó con una anciana y muy adinerada viuda de la localidad. Fue acusado entonces de usar la magia para conseguir los favores (y riquezas) de la viuda Pudentila; acusaciones provenientes de la familia de ésta. En su defensa declamó y publicó un agudo discurso, la Apología pro se liber, ante el procónsul de África Claudio Máximo y los magistrados de Sabratha, en la Tripolitania. Triunfante en su discurso, se fue a vivir con Pudentila a una villa de ella en las afueras de Oea. La viuda poseía en el momento unos 4 millones de sestercios y ya había otorgado a sus hijos vastos campos fértiles, 400 esclavos, enormes viviendas, y mucho vino, trigo y aceitunas.

En el fondo, la acusación se basaba en el profundo interés que mostraba Apuleyo por los secretos de la naturaleza y lo inexplicable; era un Iker Jiménez de su época, lo cual se puede apreciar en su discurso y defensa cuando habla de los posibles elementos para formular un conjuro y, de hecho, muchos relatos de este tipo son narrados en el Asno de Oro. Como bien sabemos, en aquella época el estudio de la naturaleza va parejo al de la filosofía, y no debe extrañarnos hallar un texto como El Demonio de Sócrates entre las obras de Apuleyo. En él y a través de la figura ya antigua y clásica del daemon, se intenta comprender la naturaleza del mundo físico, el alma, las leyes de la naturaleza e incluso dar explicación real a la magia. Es un texto corto y sencillo que pretendemos presentar y resumir mediante sus propias líneas, escogiendo algunos fragmentos. Esta entrada en el blog pretende complementar otras entradas que se han centrado en el mundo de lo sobrenatural y la magia en la antigüedad clásica.

 “Existen divinidades intermedias que habitan entre las alturas del cielo y el elemento terrestre, en este medio que ocupa el aire, divinidades que transmiten a los dioses nuestros deseos y los méritos de nuestras acciones. Los griegos las llaman demonios.”
 “Son las divinidades mediadoras entre los hombres y los dioses, que inspiran los presagios de los augures, los sacrificios toscanos, los versos de las Sibilas, y que indican los lugares donde ha de herir el rayo.”
 “Los tejidos de su cuerpo son brillantes y separados, de suerte que su esplendor deslumbra nuestros ojos y engaña las miradas.” (Por eso pueden hacerse visibles sólo a una persona en medio de una multitud).
 “Se les puede definir así: los demonios son seres animados, razonables y sensibles, cuyo cuerpo es aéreo y la vida eterna. De estos cinco atributos les son comunes con los hombres los tres primeros, el cuarto les es propio, y el último lo comparten con los dioses inmortales, de quienes sólo difieren por la sensibilidad.”
“Algunos de estos demonios aman las ceremonias que se celebran de noche, otros los que se verifican de día; unos prefieren el culto público, otros el privado; unos exigen la alegría, otros que la tristeza presida los sacrificios y solemnidades que se les consagran. Por ello los dioses de Egipto son honrados casi siempre con sollozos; los de Grecia con bailes; los de los bárbaros, con el ruido de címbalos, tambores y flautas.”
“Porque en determinada acepción, el alma humana, aún encerrada en el cuerpo, es llamada demonio.”
En esta misma obra encontramos recogidas las palabras de Platón:
“Suele haber junto a mí algo divino y demoníaco. Está conmigo desde niño, toma forma de voz y, cuando se manifiesta, siempre me disuade de lo que voy a hacer, nunca me incita”.
“En nuestro lenguaje puede llamarse a este demonio genio.”
“En otro sentido llámese también demonio al alma humana, que después de haber pagado su tributo a la vida, se separa del cuerpo. En la antigua lengua de los Latinos encuentro que  se la llama Lémure. Entre estos LÉMURES los había divinidades pacíficas y bienhechoras de la familia, que eran encargadas del cuidado de la posteridad y toman el nombre de LARES DOMÉSTICOS. Otros, por el contrario, privados de una estancia feliz, expían los crímenes de su vida en una especie de destierro, y siendo espanto de los buenos y plaga de los malvados, yerran al azar. Se les designa generalmente con el nombre de LARVAS”.
“Pero cuando no se está seguro de la suerte de uno u otro, ni de si un genio es lar o larva, se le llama dios Mane. Este título de dios es sólo una señal de respeto.” (Éstos serían los demonios de origen humano).
Entendemos generalmente por lémures a los fantasmas de los muertos que pueden ser dañinos para los vivos. Las larvas vendrían a ser las almas de los injustos y malos, representados como ancianos de rostro severo, barba larga, pelo corto y con un búho en la mano. Los manes son, en general, las almas de muertos a quienes se ofrece vino, miel, leche, flores. En su favor se celebran las Parentalia (18-21 febrero), y podemos también comprenderlos como genios populares. Los Lares, según Apuleyo, son los espíritus de antepasados que habían vivido rectamente y, por último, los penates son apenas una abstracción, que entendemos como protectores del penus o almacén de avituallamiento de la casa.

“Hay otra especie de demonios no menos numerosos, superiores en poder, de naturaleza más augusta y elevada, que jamás estuvieron sometidos a los lazos y a las cadenas del cuerpo… en este número están el Sueño y el Amor, que ejercen opuesta influencia: el Amor hace velar, y el Sueño dormir.” (Hipno es la personificación del sueño, apenas una abstracción, prácticamente sin mitología).


Diálogo sobre el amor entre Diotima y Sócrates. El Banquete de Platón.

BIBLIOGRAFÍA

APULEYO, LUCIO.
El Asno de Oro o Las Metamorfosis; Las Floridas, El Demonio de Sócrates.

Editorial Iberia. 1984.

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